Hawái

Big Island, Hawái (Parte 1): Kailua-Kona y la Costa de Kohala

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Big Island nos daba la bienvenida con sol, brisa y un sonoro ¡aloha! para disfrutar nuestro primer día.

Big Island, Hawái por carretera en 15 días (Itinerario completo)

 

Día 1-5 Kailua-Kona y la Costa de Kohala (Oeste)

 

Día 1 – Kailua-Kona, los altos precios y las vías confiables de transporte

¡Aloha! ¡Bienvenidos a Big Island, Hawái!

Luego de un viaje de más de cinco horas desde Los Ángeles, lo primero que uno nota es el clima tropical de Hawái. El aeropuerto internacional de Kona no tiene andenes, y al bajar las escalinatas del avión te da la bienvenida una temperatura agradable de unos 20-25 grados centígrados.

 

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La segunda cosa que llamó mi atención fue el horario. ¡Cinco horas más temprano que en Austin, Texas! Mi hija de 12 años y yo guardamos nuestros suéteres (la cabina del avión era muy fría) y ajustamos nuestros relojes a la hora local. Big Island nos daba la bienvenida con sol, brisa y un sonoro ¡aloha! para disfrutar nuestro primer día.

Rentamos un auto y nos dirigimos a la que sería nuestra morada durante el fin de semana: una hermosa casa ubicada en una colina al norte del distrito de Kona, a unos cuantos minutos del aeropuerto. Su vegetación exuberante confirmaba nuestro arribo a un adorable paraíso tropical. 

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Me sentí agradecida de contar con amigos que generosamente nos acogieron en su hogar. Y agradecí también la existencia del GPS, que se volvió mi gran compañero durante este viaje. Pero las vías de comunicación eran de fácil acceso y no representaron ningún problema durante el viaje.

Nuestra primera salida fue a Kailua-Kona, la principal ciudad comercial y turística al oeste de la isla. Muy pronto descubrimos que nuestro paraíso tropical venía con una etiqueta especial: ¡precios altos! Pagar entre 6 y 8 dólares la hora por estacionamiento fue una de las tantas sorpresas que tendríamos debido al alto costo de vida que caracteriza a Big Island, Hawái.

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Pero como caminar no cuesta, nos paseamos por Ali`i Drive, la calle principal a lo largo de la bahía de Kailua. Disfrutamos la puesta del sol en la playa y consentimos a nuestro hambriento estómago con una suculenta cena en Quinn’s, uno de los mejores y menos caros restaurantes de mariscos en el centro de Kailua.

Por la noche regresamos al aeropuerto a recoger a mi mejor amiga. Ella, mi hija y yo haríamos juntas el recorrido por la isla en 15 días. La siguiente parada fue a Safeway, la cadena local de supermercados donde compramos provisiones para el fin de semana. La segunda sorpresa del día: ¡nada costaba menos de 5 dólares!

 Día 2 – El submarino Atlantis

Atlantis Submarines es una actividad divertida para los niños y fue la opción para este día. Nos subimos a bordo de un submarino ecoturístico de pasajeros que nos llevó unos 25-30 metros al fondo del mar para explorar el arrecife de coral natural y la vida marina en la bahía de Kailua.

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Un buque auxiliar partió del muelle al centro de la bahía. Ahí nos esperaba el submarino con capacidad para 48 personas, que se alimenta por medio de baterías y que durante su operación no libera ningún contaminante en el agua o en el aire, según un folleto.

El submarino navega por encima del arrecife de coral natural, que abarca unas 10 hectáreas y que se formó hace miles de años sobre lava que corrió al océano millones de años atrás. No pudimos ver muchos peces grandes, pero disfrutamos los dos buques hundidos que son un refugio para muchos animales marinos.

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El paseo dura una hora y si se paga una tarifa mayor puede combinarse con una sesión de buceo con tubo (snorkeling) o con un luau, una fiesta o banquete hawaiano en el que suele haber comida, música y bailes tradicionales de las islas del Pacífico.

Un luau para recordar en Big Island, Hawái

Yo quería asistir a un luau (en hawaiano: lū`au), así que por la tarde regresamos al muelle. La fiesta se celebró al atardecer y continuó bajo las estrellas hasta el anochecer en un sitio histórico que ahora ocupa el Courtyard King Kamehameha’s Kona Beach Hotel.

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La bienvenida fue con un collar o lei de pequeñas conchas marinas (en vez de flores frescas) y la obligada foto del recuerdo. Luego siguió un hula (danza polinesia con canciones) para mujeres y niños. A continuación, se celebró la ceremonia Imu (palabra que denomina a un horno bajo tierra) en la que se mostró el cerdo kalua (cocinado en el Imu) que se ofreció durante la cena.

Posteriormente hubo una representación de la llegada de la corte real del antiguo rey Kamehameha I, quien unificó las islas de Hawái y gobernó hasta su muerte en 1819. Después se ofreció la cena tipo buffet y un espectáculo con danzas tradicionales polonesas. 

 

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El cantante y maestro de ceremonias de la noche nos instruyó sobre algunos platillos de la cena como el poi (un líquido viscoso elaborado con raíces de la planta taro), considerado como alimento básico en la dieta hawaiana y el poke (una ensalada de pescado crudo) que se sirve como aperitivo o platillo principal en la cocina hawaiana.

Para ser honesta, no probé ninguno de esos dos platillos. Primero, porque el poke se acabó muy rápido y segundo, porque el aspecto del poi no me pareció apetitoso. Pero el cerdo kalua, el haupia (postre a base de leche de coco) y las frutas tropicales (papaya y piña) estuvieron deliciosos. 

 

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Esa noche me fui a dormir muy contenta recordando la explicación del maestro de ceremonias sobre el significado de las palabras aloha (una combinación de amor, compasión y paz que se usa para saludar o despedirse), ‘ohana (familia) y kama`aina (hijo de la tierra o lugareño).

Día 3 – Los delfines en Waikoloa Village

Una de las experiencias más agradables y divertidas para la mayoría de los niños es interactuar con los animales. Mi hija es feliz cuando está cerca o rodeada de ellos. ¿Qué niño no lo es?! Este día yo tenía una agradable sorpresa para ella: ¡Nadar con los delfines!

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La cita era en el Hilton Waikoloa Village Resort que se encuentra en la costa de Kohala, unos 30 minutos (20 miles/30 km) al norte del aeropuerto de Kona. Tomamos la autopista número 19, también conocida como Queen Ka`ahumanu Highway, y manejamos hasta Waikoloa Beach Drive.

A mi hija se le iluminó el rostro cuando atravesamos el lobby del hotel y bajamos la gran escalera que conduce a una laguna alimentada con agua del océano y a la sección donde están los delfines. Una vez equipadas con chaleco salvavidas y visor de Dolphin Quest, ambas entramos a la laguna y nos unimos a un grupo de cuatro personas.

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Una guía experta en mamíferos marinos describió algunas de las características de los delfines, como su cuerpo fusiforme, adaptado para nadar a gran velocidad. Y también nos mostró las habilidades de 3 ó 4 de los delfines que interactuaron con nosotros y que viven en una parte aledaña a la laguna.

Instruidos por nuestra guía, los delfines se acercaron para que pudiéramos tocarlos, verlos nadar por arriba y por debajo del agua y alimentarlos con peces al término de sus rutinas. No podíamos dejar de aplaudir con cada uno de sus saltos o cuando atrapaban la pelota o hacían piruetas. ¡Uno simplemente se enamora de ellos! 

 

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Sentir palpitar su corazón, darles un beso en la “nariz”, escuchar el sonido típico que emiten y verlos abrir el hocico para recibir alimento, fueron sin duda los mejores momentos de nuestro encuentro con estos simpáticos e inteligentes mamíferos.

Frente a nosotras una fotógrafa y un videógrafo captaron esos momentos “inolvidables”. No pude resistir comprar fotos y el video (¡auch! en mi bolsillo). Pero como no era probable que una experiencia como esta volviera a repetirse pronto, pensé que valía la pena absorber el gasto.

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Mientras tanto, al otro lado de la laguna, que además cuenta con su propia playa de arena blanca, reinaba otro tipo de diversión: Niños y adultos montados en bicicletas y motos acuáticas, en kayaks y botes, y tomando el sol recostados en la arena.

En el extremo sur del hotel dos grandes albercas con cascadas y toboganes hacían felices a otro grupo numeroso de personas. Simplemente era imposible no divertirse en este enorme complejo hotelero. En 2015, la revista Travel & Leisure le otorgó el cuarto lugar como mejor resort familiar.

Día 4 – Las playas de Kailua y el rey Kamehameha I

No se puede viajar a Hawái sin visitar sus playas, así que nuestro cuarto día transcurrió plácidamente en la bahía de Kailua-Kona. Mi hija se dio gusto jugando en el mar, construyendo castillos de arena y explorando las rocas de la playa en busca de animales marinos.

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Mientras tanto, yo me dediqué a tomar el sol y a captar plácidas fotos y videos. Fue entonces cuando descubrí que la estructura que estaba frente a mí en la playa de Kamakahonu era nada más y nada menos que la última morada del rey Kamehameha I.

El templo Ahuena Heiau, una estructura que se localiza en una pequeña isla artificial enfrente del Courtyard King Kamehameha’s Kona Beach Hotel, fue construido entre 1812 y 1813 durante el reinado de Kamehameha, y se usaba como templo de la paz y la prosperidad en honor de la diosa de la fertilidad.

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El rey Kamehameha, a quien se le atribuye la unificación de las islas de Hawái, pasó sus últimos años en ese templo y se cree que falleció ahí en mayo de 1819. Según la creencia, su cuerpo fue preparado siguiendo un ritual ancestral y llevado a una tumba secreta en Wawahiwaa Point, en el norte de Kailua.

Los pasillos del Courtyard King Kamehameha’s Kona Beach Hotel muestran una serie de pinturas sobre la vida del monarca cuyo reinado se extiende de 1782 a 1819. 

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El Ahuena Heiau estaba como fondo en algunas de mis fotos del luau del día anterior y no me había percatado de su importancia. Me di cuenta en ese momento que yo no conocía prácticamente nada de la historia de Hawái. Por lo tanto, ¡me puse a estudiar ahí mismo en la playa!

Día 5 – La playa de la Bahía de Hapuna

Antes de continuar nuestro viaje hacia Hilo, decidimos pasar un día más en la playa. Esta vez nos dirigimos a Hapuna Beach State Recreation Area, unos 30 minutos (20 miles/30 km) al norte del aeropuerto internacional de Kona por la autopista 19 o Queen Kaʻahumanu Highway.

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El área mide unas 25 hectáreas y la playa es perfecta para nadar, bucear con tubo y practicar varios tipos de surfeo. El agua es relativamente tranquila, pero hay servicio de salvavidas porque algunas veces las corrientes pueden ser fuertes.

El parque cuenta con estacionamiento, áreas de picnic, baños y regaderas. Hay también un local de comida y un lugar de renta de equipo acuático y de playa, y se pueden solicitar permisos para acampar. La admisión es gratuita para los residentes y 5 dólares para los visitantes.

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Fue prácticamente un día de relajación y esparcimiento. Al día siguiente nos esperaba un largo recorrido hasta la ciudad de Hilo, en la costa este de Big Island, Hawái.